Esta oración la hacían mi abuelita y mi mamá cuando visitaban a JESÚS SACRAMENTADO, que es cuando está expuesto el Santísimo Sacramento en la Iglesia; pero también se puede hacer con mucho fervor en nuestro hogar, para acompañar las horas de silencio y soledad.
Esta oración se encuentra en un libro muy bello que se llama HACIA JESÜS.
Señor que lo sois todo para mi pecho amante,
no tengo otro contento que amaros más y más.
Si todo cuanto tengo lo pierdo en un instante,
con tal de que os posea, qué importa lo demás.
Sóis vida de mi alma.
Sóis gloria de mi vida.
Sois en la oscura noche mi refulgente luz.
Si todos me abandonan,
me dáis dicha cumplida.
Me hacéis amar las penas y bendecir la cruz.
Por Vos detesto el mundo, sus goces y espléndores.
Por Vos amo el olvido, la dulce oscuridad.
En vos reconcentrados sus plácidos amores.
Mi espírítu ha perdido su noble libertad.
Ni pide, ni desea.
Ni busca, ni se afana.
Tranquilo y venturoso no tiene otro querer.
Que el vuestro Jesús mío, delicia soberana.
Del ser que se aniquila se pierde en vuestro ser.
Si muere, ¿qué le importa?.
Sí vive ¿qué es la vida?.
Con santa indiferencia la dejaré por vos...
Que no hay en este mundo felicidad cumplida,
sino en amar constante la voluntad de Dios.
Al pie del tabernáculo rendida apasionada,
quisiera consumirme cual cirio en el altar.
Que estoy de tal manera de Vos enamorada.
que amante landidezco de tanto y tanto amar.
Oh dulce amigo mio, que adoro y que contemplo.
Oh esposo de mi vida, suavísmo Jesús.
Oh quién pudiera siempre vivir en vuestro templo,
postrada ante el Sagrario del cual eres la luz.
Tu amor imponderable me inunda en dulce encanto,
corresponderte quiere mi pobre corazón.
Por eso yo recibo de ti la cruz y el llanto,
mientras te ven mis ojos del cielo en la mansión.
Puesto que aquí residas, Jesús manso y tranquilo.
Yo escojo aquí mi asilo, mi dicha y mi mansión.
Adiós funesto mundo, no turbarás mi calma.
Pues, sólo el DIOS de mi alma posee mi corazón.
